Iris Mora, exjugadora de la Selección Mexicana Femenil, compartió con Espartanas MX su inspiradora historia. Desde sus inicios en Cancún hasta su consolidación como una de las figuras más destacadas del fútbol femenino en México, Iris nos platicó los sacrificios, desafíos y alegrías que marcaron su carrera.
Primeros pasos de Iris Mora en el fútbol
Iris Mora nació el 22 de septiembre de 1981 en Cancún, Quintana Roo, en el seno de una familia apasionada por el fútbol.
"Yo soy de Cancún, nací en Cancún hace 42 años, y vengo de una familia futbolera completamente. Mi papá jugaba en la Liga de los hoteleros y fue contratado en la hotelería porque jugaba muy bien fútbol. Mi amor por el fútbol nace, creo, por mi familia", comentó Iris con una sonrisa.
Desde pequeña, Iris mostró un amor incondicional por el fútbol, jugando en las calles de su vecindario con su hermano mayor y otros niños.
"Desde que tengo uso de razón, a los cinco o seis años, todo era una pelota, todo era jugar fútbol. Salíamos a jugar en la cuadra donde vivíamos, y mi hermano, que también jugaba, me enseñó mucho", recuerda Mora.
Trayectoria y desarrollo
A los 13 años, Iris comenzó a jugar en la Liga Guillermo Cañedo, una de las más importantes de Cancún, creada por su padre y otros apasionados del fútbol.
"Jugué con niños en la liga hasta los 13 años. Luego, me invitaron a un equipo femenino para un torneo nacional en Tijuana, donde quedé campeona de goleo. Eso marcó el inicio de mi carrera", relató Iris.
Su talento no pasó desapercibido y pronto fue convocada para formar parte del primer proyecto serio de selección femenina en México, conocido como "Sydney 2000". "En el 97 se hizo otro nacional y, nuevamente, quedé campeona de goleo. De ese torneo surgió el proyecto Sydney 2000, que buscaba preparar un equipo para el Pre-Mundial y luego para los Juegos Olímpicos", explicó Mora.
Su llegada a la Selección Nacional femenil Mayor
La carrera de Iris en la selección nacional fue meteórica. A los 15 años, ya formaba parte del equipo que logró la primera clasificación de México a una Copa del Mundo Femenina en 1999.
"Fuimos al repechaje contra Argentina y logramos la clasificación al primer Mundial oficial para una selección mexicana. Tenía 15 o 16 años, fue una experiencia increíble".
Iris Mora y Maribel Domínguez, “Batman y Robin”
Durante su tiempo en la selección, Iris formó un dúo dinámico con Maribel Domínguez, una de las delanteras más letales de México.
"Siempre me gustó ser delantera. Era una 10 muy creativa, con una visión en el campo para ver los espacios. Con Maribel formamos un gran equipo, nos decían Batman y Robin. Yo tenía más asistencias que goles, pero disfrutaba mucho dar pases decisivos".
Desafíos en el Tri femenil
La vida de una jugadora de fútbol no está exenta de desafíos y para Iris Mora no fue diferente, principalmente en la época en la que el futbol femenil no era tan visible.
"Siempre había una incertidumbre. No sabíamos si al otro día seguiría la selección nacional, si habría dinero para nuestra concentración o si podríamos ir al siguiente torneo. Entrenábamos con esa incertidumbre", relata Iris.
Los entrenamientos eran intensos y la vida en constante movimiento, agotadora.
"Vivíamos en una maleta, siempre viajando de un lado a otro. No teníamos un lugar estable. Pero para mí, siempre fue un privilegio poder representar a mi país. El entrenamiento para un atleta es agotador, sin importar la cantidad de dinero que se gane".
Pese a los obstáculos, Iris y sus compañeras siempre encontraron motivación en su amor por el fútbol y su deseo de representar a México.
"El sacrificio se volvía un privilegio porque amábamos lo que hacíamos. Queríamos tanto en lo que estábamos haciendo que los sacrificios no se sentían como tales. Era un honor poder representar a nuestro país", afirma.
Iris Mora: El legado de una pionera del futbol femenil
A lo largo de su carrera, Iris Mora dejó una huella imborrable en el fútbol femenino en México. Su participación en torneos internacionales y su dedicación al deporte allanaron el camino para futuras generaciones de jugadoras.
"Fuimos una generación de guerreras, con una mentalidad impresionante. No importaba la edad, el tamaño o los obstáculos. Nuestro deseo y nuestra meta eran más grandes que cualquier obstáculo que se presentara", concluyó Mora.
